Un 23 de Septiembre del año 1947 el pueblo festejó en las calles la consagración de la Igualdad Política en la Argentina. Ese día se hacía realidad el largo reclamo de tantas mujeres por ser reconocidas en materia de decisión y responsabilidades políticas. El gobierno del General Juan Domingo Perón había impulsado el proyecto de ley de “Otorgamiento de Derechos Políticos a la Mujer”, y la lucha para que esto se haga efectivo fue encabezada por Evita.
Tras duros debates, se logró su sanción y la Ley 13.010 concedía a las mujeres argentinas derechos y deberes cívicos. A partir de allí podíamos elegir a nuestros representantes y también, ser elegidas como tales. Se había alcanzado, de esta manera, la verdadera universalidad del sufragio conformando un sistema político efectivamente democrático. Ese día, el clamor por la ley se convirtió en hecho histórico, y muchas y muchos argentinos demostraron su apoyo movilizándose a Plaza de Mayo para acompañar su promulgación. Una vez más, el Peronismo rompía los esquemas conservadores de la sociedad tradicional, alteraba el status quo, y avanzaba en la conformación de nuevas concepciones culturales.
Sesenta años después de este hito de la vida política de nuestro país, hombres y mujeres teníamos en 2007, la oportunidad de elegir entre los candidatos a Presidente de la Nación, a una Mujer. Si, a Ella, hoy nuestra Presidenta (Presidenta con “a”), quien se consagró como tal con la voluntad del 45,3% de los votos. La victoria de Cristina demostraba también el acompañamiento popular a la gestión presidencial de Néstor Kirchner y ratificaba el apoyo del pueblo al modelo político que Él había iniciado. Con Ella estábamos tranquilos porque conocíamos su larga labor parlamentaria y su trayectoria política y porque era además, Compañera de vida de quien había impulsado el cambio real en el país. Sentíamos que venía a continuar ese camino iniciado por Néstor, por su comunión de ideales, y hasta incluso, nos permitimos pensar que Ella podía ir por más. Con la realidad de tener a Cristina en la máxima conducción del país trascendíamos aquella conquista social que significó la Ley 13010.
“Tal vez me cueste más por ser mujer… pero creo tener la fuerza para poder hacerlo”, nos dijo en su discurso de asunción. Y si, la Presidenta Coraje hizo mucho y más, pese a los grandes golpes padecidos y a las tantas piedras que han puesto en el camino, continuó y profundizó el modelo y la transformación. Ella se animó en estos años a lo que nadie se había imaginado, a lo que muchos Presidentes, nunca se atrevieron ni a pensar.
Con la fortaleza que caracteriza al género, respondiendo a sus convicciones, por el amor a su pueblo y a su Patria, con el ejemplo de otras mujeres inmortales como Eva, las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, Cristina está construyendo una Patria con libertad e igualdad para todos los argentinos. Gracias a Perón y Evita tenemos hoy esta Presidenta, Mujer, Coraje, que enarbolando esas banderas, gobierna por el bienestar de todos y todas.
Seguramente ambos estarían orgullosos de Ella. Gracias a Néstor, por responder a sus ideales y levantar el país, devolviendo la dignidad y orgullo como Nación. Gracias a Él, porque además de dar hasta la vida por este proyecto nacional, creyó en Cristina para continuar la tarea (y la acompañó como nadie). Gracias a vos Cristina, por tu fortaleza de mujer, y porque pese a todo seguís firme y vas por más, todos los días. Sabes que para eso, contaste, contás y contarás con los niños, con los jóvenes, los jubilados, los científicos, los trabajadores, las Madres, las Abuelas, la diversidad, en fin, con los argentinos.
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