13 marzo, 2012

"En otra época darían miedo, ahora dan pena"



Ella habla y en sus palabras se oye a una generación completa, esa juventud maravillosa que se refleja en su mirada, esa que se encuentra en su sonrisa, esa que habita en su alma, esa juventud maravillosa que compartió con Él. Recordó, lo recordó; habló y hablaron con ella miles y miles de jóvenes que soñaron esta Argentina, que dieron su vida por ella.

Se los dijo: “En otra época darían miedo, ahora dan pena”. 

Se lo los dijo a los mismos de siempre, a “los profetas del odio”.

Les contó que ayer, once de marzo, fuimos  a San Andrés de Giles, al pueblo de  Héctor  Cámpora, del Tío. Les habló a ellos acerca de nosotros, les habló de nuestro origen, que es de Ella: “Vieron que es una cosa rara lo que está pasando, porque de la derecha nos dicen que somos marxistas y los de la presunta izquierda nos dicen que somos de derecha. Yo digo que ese es el certificado perfecto de los peronistas”.

Se los contó, porque lo cierto es que no nos conocen, y, como decía el Viejo Vizcacha remembrando a Don Atahualpa Yupanqui: “No se puede querer lo que no se conoce y no se puede defender lo que no se quiere”.

En este país donde hay treinta mil desaparecidos, donde las Abuelas buscan a sus nietos, donde las Madres siguen reclamando por sus hijos, donde la Memoria, la Verdad y La Justicia costaron tanto, un periodista escribió que muchos de nosotros somos “hijos o familiares de militantes montoneros” y que nos “identifica el mismo gen” que a nuestros “padres”.

Ella les contestó: “Esto ya no me gustó nada, esto de creer en la identificación genética” y se preguntó: “¿Qué es esto de que alguien nace predeterminado por…? Me pareció muy nazi, por así decirlo. La verdad, que me sonó a nazi”.

“En otra época darían miedo, ahora dan pena, pero la verdad que… Sí, en otra época darían miedo, y siguieron escribiendo. Dijo ‘no matan’, no sé, querrán que maten a alguien, ‘no matan, adoctrinan a jóvenes incautos y los intoxican con una falsa épica’ ¿No les hacen acordar a las cosas que decía Videla?, ¿no les hacen acordar al tema de los hijos del mismo gen que había…?, ¿no fue esto lo que fundamentó la doctrina de separar a los bebés, suprimir su identidad y sacárselos para que no fueran criados y no fueran iguales que sus padres? ¡Díos mío, ellos deben saber bastante de eso, eh!, ¡ellos deben saber bastante de eso! Porque la verdad verdadera algún día se va a saber también”.

La más maravillosa música salía de su boca. Estaba allí, parada en el centro de la Historia (una vez más), construyendo la Historia ¡No se equivoquen!, ella está haciendo la Historia, la construye, avanza, no se detiene… Son ustedes, los profetas del odio, los que hablan del relato, los que no logran ser parte de su tiempo y atrasan. No pueden vivir, habitar, codearse con la realidad. Les falta Pueblo, les falta mirarnos a los ojos, les falta ser parte de un sueño, apasionarse, dejar de lado las ambiciones personales en pos de un colectivo. De esos sólo saben los militantes como Ella y como Él. 

Eso es lo que les duele. No hay lugar en su relato para nosotros, porque en su relato “mitrista” de la historia el Pueblo debió ser siempre “subsuelo de la Patria”, nunca debió “sublevarse”. Pero ocurre que la “única verdad es la realidad” y resulta que “volvimos a la Plaza” y resulta que “volvimos a Luchar por esta Patria, junto a Néstor y Cristina, los soldados de Perón”.

Y mientras ellos lloran, “los pibes estamos de fiesta” y ya lo dijo Ella, ¡no berreamos señores!, nosotros cantamos. Ella nos ha visto hacerlo “con mucha alegría”. Tal vez sea eso lo que les molesta, les molesta que, “a pesar de las bombas, de los fusilamientos, los compañeros muertos, los desaparecidos…no nos han vencido”.

Creemos en la Política, olemos a “peronismo”.

Escriben que somos “los herederos del relato”, que “gritamos desde el poder a favor del poder”, dicen que somos “contestatarios”. Nuevamente, Ella responde: “La verdad, que yo los veo construir, organizar, trabajar”.

Dicen los profetas del odio que no sabemos a quién desafiamos.

Mienten los profetas del odio.

Ellos saben que y a quienes desafiamos, pero, por las dudas, Ella se los recuerda: “Desafían a los que han destruido este país; desafían a los que quieren monopolizar el uso de la palabra y que no se escuche otra voz que la de ellos y, si es necesario, mentir una y otra vez, insistir una y otra vez. Saben a quién desafían: a la concentración económica, a la miseria, a la desigualdad”.

Ella los desafía. Ella es joven. Él también lo era. 

El amor derrota al odio.

El corazón de los miles de jóvenes que la escuchan recuerda sus palabras en Huracán hace poco más de un año: “No hay mejores batallas que las que se ganan con el corazón”.
Muchos recordamos las palabras de Él: “No caigamos en la provocación, pongamos la otra mejilla. Sí, pongamos la otra mejilla”.

Mientras tanto, los profetas del odio siguen derramando tinta y lo hacen desde los “centros de emisión de poder que justificaron la represión, la tortura, la desaparición” y que, “además, merced a eso, hasta se quedaron con empresas”.

No nos preocupemos si nos mencionan, nos dice “preocúpense si los alaban; preocúpense si los ignoran. No se preocupen porque, en realidad, ustedes son una de las cosas más maravillosas que le han pasado a este proyecto nacional y popular” y agrega: “Ustedes se incorporan después de lo que hemos construido del año 2003 a la fecha, que realmente tiene otro valor porque es la decisión de incorporarse a la transformación y al cambio”.

De fondo está el cuadro de Perón y de Evita. Ella se despide por un rato y recuerda “que la juventud, que es maravillosa, no es un problema solamente de edad, no: hay jóvenes que son viejos y hay viejos que son jóvenes ¿Y saben qué? Néstor se nos fue con sesenta años y era mucho más joven que cuando lo conocí”.

Ella está allí, tan joven…

Él está en el corazón del Pueblo, en los “pibes que están cobrando la asignación” y en los pibes que cada día militan para construir una Patria más justa, más libre y Soberana. Nosotros estamos donde debemos estar, en el mejor lugar, transformando la realidad de la única manera posible, con la política como herramienta.

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