Sería el primer 24 de Marzo sin él. Pero un sol brillante y resplandeciente anticipaba la escena. Hombres y Mujeres, de todas las edades. Miles y miles de nosotros. Hombres y Mujeres comunes. Confundidos en la multitud. Una multitud que no muestra tristeza, no transita con la cabeza baja, como vencida de tanto dolor. No recorre resignada esas calles. Y la Plaza, ya no tiene su pesar, ni su pirámide parece Gris. Aquellos pañuelos blancos, se ven más blancos, más fuertes y firmes que nunca...
Era la Democracia en su auténtico esplendor. Democracia Popular. Él la reinventó. Para nosotros.
Para los que somos hijos de éste siglo. Que nacimos y crecimos en Democracia; para aquellos que la sufrieron, cuando creyeron en ella. Y para tantos y tantos otros que vivieron sin ella. Y crecieron rodeados de Falcón verdes, o fueron la resistencia. Para los que vivieron la democracia y los Golpes de Estado, pero que nunca alcanzaron un trabajo lo suficientemente digno; y hoy, pueden jubilarse, y sus hijos pueden trabajar y sus nietos estudiar. Todo Gracias a esta Democracia Popular.
Así fue este 24 de Marzo.
En la Plaza estaban todos: los mismos que hace 35 años volvieron a las calles a reclamar Memoria, Verdad y Justicia. Los que crecieron al calor de los 90 pero que entendían el reclamo y el dolor de tantos y lo volvieron como propio. Y también estaban los nacidos al calor de este nuevo siglo, LA GENERACIÓN DEL BICENTENARIO.
A todos ellos: él nos marcó el camino. Abrió la puerta. Dio todo de sí, para que podamos avanzar.
Nos dio la vida.
Ella nos enseña a caminar. Nos deja crecer. Con seguridad y convencidos de cada paso que damos hacia delante. Nos permite ser, pero nos enseña de responsabilidad. Nos muestra el valor del compromiso, la convicción, el amor y la pasión. Nos enseña a superar las adversidades pero a crecer felices de pertenecer, de nuestra identidad.
Y la Plaza del 24 de éste año 2011 lo demostró.
La alegría, la mística, la fortaleza, la unión y la solidaridad ganaron las calles. Nuestras columnas, engrosadas como nunca, con tantos que antes no se animaban, y que hoy deciden ser parte de la Historia.
La Militancia volvió a recuperar lo que años atrás habían intentado extirparle mediante el exterminio. Volvió a las calles, identificada plenamente con un proyecto que consideran como propio, gritándolo a los cuatro vientos, sabiendo que nada tienen que ocultar. Volvió feliz, de poder cantar con sus compañeros, emocionarse de la alegría o el dolor. Pero sabiendo que tiene la libertad de hacerlo.
En aquella Plaza, TODOS éramos militantes. Militantes políticos, sociales y de todos los colores: MILITANTES DE LA VIDA. Somos hombres y mujeres comunes, con virtudes y defectos. Que entendemos que es imposible la realización de uno sin la realización del otro. De tantos otros.
Nada es posible sin un Pueblo no es feliz.
Somos militantes de la vida, que decidimos dar todo por esto, por éste camino que emprendimos hace 8 años, por éste proyecto. Porque somos parte de esta revolución de la alegría.
Esta gran batalla cultural que estamos dando, día a día, en el barrio y en todos lados, está empezando a mostrar sus frutos. Y éste momento histórico demanda de nosotros estar a la altura de las circunstancias.
Día a día, vamos acercándonos un poco más al cambio irreversible. Por eso, NUNCA MENOS.
Es el punto de partida que tenemos como Pueblo, y no estamos dispuestos a retroceder ni un centímetro de lo conseguido.
El último 24 no marchamos solos. Los 30 mil marcharon con nosotros. Y EL estuvo al frente de la gran columna, junto a Madres y Abuelas.
Siguen más vivos que nunca. Su esencia es la nuestra: Los mismos valores y principios, sus reivindicaciones y sus luchas.
En la Plaza del 24 de Marzo, no marchamos por nuestros mártires, marchamos por nuestros Héroes anónimos.
Porque “el único Héroe válido es el héroe colectivo”.
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