Es el primer domingo sin Néstor Kirchner en la gran ciudad.Ahora ya descansa en su lugar natal.
Quizás para que no lo extrañemos tan de golpe como se fue, nos mandó un dejo de viento patagónico como el que sopla desde ayer.
El pueblo, en tanto, también volvió a su hogar y se sacó los zapatos gastados en la larga marcha del adiós final. Le duelen las piernas pero no se queja. Le duele todo el cuerpo. Toma su corazón entre las manos y lo remienda de a poquito. Son apenas zurcidos para seguir tirando un poco más. Sabe que lo va a precisar en el largo camino que nos espera con Cristina al frente de la vida.
Por años seguirán contando, mostrando y escuchando este rayo de luz que vino con la muerte.
Un milagro así sólo se le podía ocurrir al Lupo. Como si nos dijera derrumbándose sobre su lecho “Dejen que esta batalla la doy yo”
Y se murió. Y a las pocas horas volvió a nacer. En las miles de manos y de voces que se acercaban a la histórica Plaza. Y a la Casa Rosada, que parecía más luminosa que nunca.
En las primeras horas de la noche la Plaza estaba colmada de una multitud que se parecía en su dolor y en la esperanza. Había una convicción mayor que sobresalía por sobre las demás: Ahora más que nunca a bancar a Cristina y al Proyecto nacional y popular.
Desde esa sonrisa impresa en las banderas, Néstor seguía interpelando a los que tanto lo odiaron:
“Digan ahora que somos los crispados. Digan nuevamente “esos negros de mierda”. Digan que sólo conocemos la lógica “amigo-enemigo”. Digan que venimos por el vino y por el chori. Digan que nos arrearon de prepo.
Pero díganmelo a mí frente al cajón si es que se animan”.
El pueblo de los humildes ha vuelto a surgir de sus cenizas. Lo hizo posible Néstor. Faltaba irse del escenario mayor para dejar al descubierto todo lo que se hizo en estos años, desde que vino del sur. Fue un solo instante. Porque enseguida y en medio del dolor aparecieron los logros como si un montón de hadas, duendes, ángeles y los pobres de la tierra colocaran a nuestra vista lo que nos devolvió ese hombre que vino a gobernarnos con la antorcha de Evita entre sus manos.Después, fue como si volviera sonriendo de la mano de Cristina. Agradeciendo el “Fuerza Néstor” que tronaba desde la gargantas de su pueblo. Tirando besos. Abrazándose con ese gesto que nos envolvía a todos. Y presentándola a ella, a la Presidenta de los argentinos, para dejarla, solita su alma, frente a ese mismo pueblo. Y la abrazara. Y nos dijera con ese gesto de muchacho peronista que siempre tuvo “Cuídenla, eh, cuídenla”
Después se fue a descansar en el alma de su pueblo para siempre.Este dolor no pasará jamás. Pero se irá calmando necesariamente hasta dormirse en paz. Es que debemos seguir caminando este proyecto de país más justo, más libre, más soberano. Más inclusivo, más democrático, más latinoamericano.
De las historias que se vivieron y contaron estos días hay una que no se contó demasiado y a Néstor le gustará conocerla.
En Resistencia, Chaco, se viene juzgando a los genocidas de la dictadura que ejecutó lo que se llamó “La Masacre de Margarita Belén” donde, entre la treintena de jóvenes militantes allí asesinados, se encontraban dos compañeros de Néstor, de la JUP de La Plata en los años setenta. El Pato Tierno y el Flaco Sala.
Al comenzar el juicio el jueves 28 de octubre, entran a la sala los periodistas y los familiares de los fusilados con un crespón negro en el pecho en señal de luto. Los acusados se retiraron sin pedir permiso. “Vade retro, Kirchner” parecieron decir, mientras la Presidenta del Honorable Tribunal pedía un minuto de silencio en homenaje al ex presidente Néstor Kirchner.
El aplauso cerrado de los presentes logró otro de los milagros de estos días: Allí estaban los muertos más queridos reencontrándose en un abrazo final.Tanta energía desparramada por todos los rincones, seguramente dará una nueva luz a Cristina para gobernar la patria.Hay luces por todos lados, querido Néstor, andate a dormir tranquilo que te lo mereces.
El Argentino, 31 de Octubre de 2010
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