*Jorge Giles
Eran las 10 de la mañana cuando entramos al Salón de los Patriotas Latinoamericanos casi en puntas de pie. Solemnes y silenciosos. Como si esperáramos que al trasponer el enorme portal íbamos a encontrar a Néstor Kirchner de pie, con el saco cruzado abierto, con sus mocasines negros, con esa ancha sonrisa de jotape que siempre tuvo, gastándonos con alguna delas bromas que constantemente tenía a mano. Pero sólo estaba el féretro con Néstor adentro. Y a su lado, un puñado de amigos y compañeros. Y su hermana Alicia, huérfana de hermano, solita su alma, al pié de su dolor. Minutos después, el desfile popular con su congoja a cuestas empezó a circular por los costa dos. Los jóvenes y la gente humilde nutrían el grueso de la dolida caravana. Los pobres de toda pobreza eran los que más lloraban al Presidente Kirchner. De pronto, dos gritos rompieron el silencio. "Gracias Néstor" y "Fuerza Cristina" tronaron en la Casa Rosada y un aplauso unánime inundó el Salón. Los humildes no se permiten sobriedad a la hora de expresar ni el dolor ni la alegría. Todo se desborda transparente. Como un agua clara. Como un río torrentoso. Los que no tuvieron voz durante siglos, ahora le dicen "Gracias" al que ascendió desde el mismo talón del continente para darles la posibilidad de volver a ser. Y allí entró Cristina, la Presidenta, la Compañera de Néstor, la mamá de Máximo y Florencia. Primero fue el silencio el que la envolvió en su abrazo, respetuoso con tanto dolor en el ambiente. Cristina acarició el ataúd de su marido muerto. Y uno se daba cuenta que no era el ataúd a quien tocaba, sino era al hombre amado a quien acariciaba. Los humildes pasaban y lloraban todo el tiempo, sin proponerse para nada disimular su llanto. Hasta que uno de ellos empezó a gritar: "Gracias Néstor porque nos devolviste la dignidad" .Y todos aplaudieron. Cristina se recostó sobre su hija, pareció que se largaba a llorar, pero se contuvo en el renglón anterior al desahogo. Puso su mano sobre el pecho, una, dos, varias veces, como ofreciendo el corazón a los presentes. Estas escenas se repitieron varias veces. El desfile popular seguía su marcha en el último adiós a Néstor Kirchner.Pasaron los artistas populares, pasó Diego Maradona, pasaron las Madres y las Abuelasde Plaza de Mayo, los Presidentes de América Latina llenos de congoja. Evo Morales no dudó en confesar que se sentía como un hijo que perdió a su padre. "Me quedé huérfano, siento que perdí a un hermano mayor, a mi padre, a un amigo,a todos juntos. Siento que toda América Latina quedó huérfana del hermano Néstor,que fue el primer presidente de todo el continente; él me enseñó con el ejemplo que loslatinoamericanos no somos el patio trasero de ningún imperio", dijo Evo en la puerta dela Casa de Gobierno. Parece la primera vez de todo. La primera vez que un organismo continental, UNASUR,decreta Duelo Latinoamericano durante tres días. También Brasil, Ecuador, Paraguay, varios países lo hicieron. El presidente Lula levantó su presencia en el cierre de campaña de la candidata Dilma Roussef. Y voló a la Argentina a despedir a su amigo.
En la Plaza de Mayo eran miles y miles desde muy temprano. Con sus banderas y estandartes. Con sus lágrimas y sus himnos de combate. Desde un ventanal frente a la Plaza se veían las serpentinas humanas caminando lentamente hacia el lugar del último adiós. Los vivas a Néstor y las fuerzas a Cristina sólo daban paso al "ándate Cobos" en las voces de la multitud. Esta muerte ilumina. Con esa luz el pueblo teje una nueva certidumbre: Ahora, Cristina. Con todos y con todo. Ahora, más proyecto nacional y popular. Ahora, más redistribución del ingreso. Ahora más inclusión social. Ahora, más integración con el mundo. Cuando ese pueblo en la plaza y frente al Presidente amigo que despiden, grita "Fuerza Cristina" es porque está construyendo política. Y cuando la política la hacen los pueblos, el rumbo del futuro está garantizado. Por eso, es mejor para todos, que tomen debida nota de este dato histórico, las usinas del odio y la reacción.
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