A un año de aquellos inolvidables festejos del Bicentenario que reflejaron nuestro modelo inclusivo, revisionista, revolucionario, cabe recordar algunas cuestiones relativas a nuestra fecha patria. Aquel 25 de mayo de 1810 expresaba el ascenso y participación de los criollos, pretendía la igualdad social y la soberanía política. Aquellas intenciones y ambiciones que expresaban revolucionarios como Mariano Moreno, Castelli y Belgrano quedaron truncadas ante el poder conservador y la importante burguesía comercial porteña, concentrada en manos de ingleses y algunas selectas familias nativas. La revolución, se transformó en un sueño eterno: estaban las ideas transformadoras, libertarias, teníamos un Plan revolucionario, un modelo de país para liberarnos del yugo español y también del acoso económico inglés. Pero los morenistas carecieron del tiempo necesario para que su política rinda frutos, figuras como Artigas, San Martín, Dorrego y las montoneras buscaron construir
Ese mismo pueblo fue el que luchó durante 18 años para que su líder vuelva a poder, y de la mano del Tío Cámpora, un 25 de mayo de 1973, el gobierno volvía a ser del Pueblo. Pero otra vez, la revolución será interrumpida: la primavera camporista duró un suspiro y nuestro líder muere unos meses después.
Será un heredero de ese proceso histórico el que retomará los valores y los principios de aquellos vientos de liberación, cuando un 25 de mayo de 2003 al jurar como Presidente de Nación y bajo un momento de apatía, malestar y desencanto general, Néstor Kirchner resolvió desafiante que no iba a dejar sus convicciones afuera de
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