02 abril, 2011

LAS MALVINAS SON ARGENTINAS

Retomemos algunas cuestiones para nosotros los creyentes y también (sobre todo) los incrédulos en relación a este cambio de época. Seguramente, sean los analistas de la posteridad, aquellos que se detengan en la estructura y no en la coyuntura para percibir estos cambios. Porque existen cambios que a partir de la discusión pública se vislumbran inmediatamente: el modelo de Estado; las asignaciones; el retorno triunfal (por fin) de la política filtrándose en la discusión cotidiana. Pero esta vez apelo a la memoria. ¿Hace cuánto nosotros dejamos de ver a los ex combatientes paseándose, casi mendigando, por colectivos y trenes vendiendo cintitas? Uno los veía y le agarraba como una especie de vergüenza, vergüenza a nivel sociedad, porque aquellos pibes que dieron su vida en una guerra injusta eran ninguneados. La gente no los miraba, para ellos era un vendedor ambulante más. ¿A quién le interesaba una cintita hecha por ellos y que dijera “Las Malvinas son argentinas”? Todos miraban más allá de las fronteras, los de buena posición esperaban las vacaciones para ir a Miami; los que estaban complicados, sin laburo o en la miseria, no tenían tiempo en detenerse en el pasado. Era eso: pasado. El menemato nos había hecho creer en el olvido, en una forzada reconciliación dejando de lado los asesinatos, las muertes, las injusticias… Entonces, él (supuesto peronista) se abrazaba con el Almirante Rojas, el responsable de la Fusiladora, de los bombardeos del ’55, de perseguir a todo argentino que gritase el nombre de “Perón” o “Evita”. Fue también en los noventa que retornaban los restos de Juan Manuel de Rosas, se ponía el retrato de él en los billetes de 20$ y no era más que una gran paradoja en la cual se reivindicaba a un héroe en la defensa de la soberanía justamente por el gobierno que ponía a remate el país. Pero estaba en esa misma sintonía, la de la reconciliación nacional para olvidar. Por eso, se instalaba su retrato ecuestre y lo ponía enfrente a su principal enemigo (Sarmiento), aquel responsable de la muerte de las montoneras, el que decía que había que matar a todos los gauchos y usar su sangre para regar la tierra. Él mismo Sarmiento al que pusieron su estatua en el mismo lugar donde estaría el antiguo dormitorio de la casona de Rosas en Palermo. Y también estaba en la misma línea los indultos a los militares, aquellos genocidas y ladrones de bebés, los gestores del plan económico que se llevó a cabo con pulcritud en los noventa. Todo estaba en la misma sintonía: reconciliar las antinomias, para olvidar. El objetivo iba en consonancia con la proclama neoliberal emitida por Francis Fukuyama: era el Fin de la Historia. Dentro de ese contexto era natural la marginación y el olvido de nuestros combatientes de Malvinas.


Lo dicho en los noventa formaba parte de los tantos parias sociales. No se los reivindicaba, a lo sumo se les daba una medalla de lata cada dos de Abril y luego se los dejaba a la deriva. No podían conseguir laburo porque eran los “locos de la guerra” y quedaban afuera como los ex presidiarios. Eran personas no gratas para el resto de la sociedad que adhería en cambiar la memoria histórica por una tele de 21” a pagar en cómodas cuotas. Todo este prologo no tiene más que un objeto que es el de volver a la pregunta introductoria: ¿Hace cuanto los dejamos de ver mendigando? Este es un ejemplo de aquellos cambios donde se efectiviza la justicia social a pesar de no ser percibido por el común de la sociedad. Nuestros ex combatientes no están más en las esquinas vendiendo recuerdos que nadie quería recordar simplemente porque hubo un Gobierno que los reconoció como héroes, los reconoció como víctimas de una Guerra ridícula e injusta y los reivindicó, les dio algo que habían perdido desde aquellos años turbios de principios de los ochenta: dignidad. Otro ejemplo de un Estado presente, con conciencia histórica y sensibilidad social. Cada vez que miro el video del viaje de nuestra Presidenta con los familiares de los caídos a las islas Malvinas, me emociono. Porque veo que esas lágrimas son sinceras, porque se ve en los hechos que no se quedan en palabras nada más, porque “mejor que decir es hacer”, viejo lema peronista retomado por los Kirchner.


Para finalizar, que este 2 de Abril sea también un momento de reflexión sobre nuestro papel como ciudadanos, porque no podemos desligarnos de nuestras responsabilidades. Porque fuimos nosotros y no solo nuestros representantes, los que le dimos la espalda a los ex combatientes. Porque esa multitud que colmó la Plaza de Mayo a vitorear a un General majestuosamente borracho que decía “si quieren venir que vengan” era también parte del Pueblo. Claro que sin perder de vista las causas circunstanciales que lo generaron.


Por suerte esos tiempos están en el pasado, pero eso no nos da el derecho a olvidarlo, más que nunca hay que decir Nunca Más: Nunca Más al chauvinismo absurdo. Nunca Más ignorar a nuestros héroes.


Y más que nunca recordarlos, más que nunca reflexionar nuestra historia, reivindicarlos por su coraje y amor por su Patria, pero también repudiar a los que se apropiaron nuestros símbolos históricos, de sentires y heridas que estaban todavía abiertas, y los manipularon para llevar adelante su Plan Sistemático de desarticulación, humillación y entrega de nuestra Patria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario